Pidiendo un beso
-¿me regalas un beso?- le pregunto ella, como si pidiera un lápiz tal ves, algo común que no le hacia sonrojar.
-¡ un beso!- se exalto, mientras sintió como sus mejillas se encendían de la nada, se sintió como un niño avergonzado.
- bueno, si no quieres, ¿me lo vendes?- ella insistía, mientras sintió una especie de escalofrió, comprendió que casi lo incomodaba, pero no iría marcha atrás, hace mucho que había confirmado en su interior que se había enamorado, había puesto sus ojos en aquel muchacho desorientado, loco y desarreglado, que tenia una sonrisa tierna y que solía comprar dulces de anís para quitarse los nervios, un hombre que le debía a sus nervios muchos tropiezos con la gente, incluso con ella, pues aun recordaba cuando se encontraron en el baño de niñas del liceo, por error, sin querer el había entrado pero por suerte solo estaba Antonia, peinando su cabello largo y liso frente al espejo.
Emilio se fijo en sus ojos pequeños, que brillaban a cualquier hora del día con ese color cafecito que le hacia recordar los chocolates, se fijo en sus mejillas rosadas y su piel que sin tocarla demostraba ser tersa.
El la amaba.
-¿¡como te vendería un beso!?- se sorprendió aun mas, poco hablaban, solo cuando tropezaban o ella lo ayudaba cuando solía perder sus cosas, sus trabajos, sus lápices, etc.
-fácil, pones un precio y yo te lo pago y si no quieres, aun cuando te lo he pedido te lo robare , incluso a la fuerza Emilio- sonrió con gracia, noto que el de a poco mostraba aceptación hasta que sonrió tiernamente, esa sonrisa que le decía a ella – te amo-
Entonces no perdió oportunidad, tomo su cara, acerco sus labios con algo de cosquilleo, cerro sus ojos un momento y lo beso.
Después de mucho tiempo, Emilio le regalo cada día un centenar de besos a Antonia y pronuncio sin cesar- te amo- y ella se convirtió en una loca, desordenada y desarreglada novia de Emilio.
-¿¡como te vendería un beso!?- se sorprendió aun mas, poco hablaban, solo cuando tropezaban o ella lo ayudaba cuando solía perder sus cosas, sus trabajos, sus lápices, etc.
-fácil, pones un precio y yo te lo pago y si no quieres, aun cuando te lo he pedido te lo robare , incluso a la fuerza Emilio- sonrió con gracia, noto que el de a poco mostraba aceptación hasta que sonrió tiernamente, esa sonrisa que le decía a ella – te amo-
Entonces no perdió oportunidad, tomo su cara, acerco sus labios con algo de cosquilleo, cerro sus ojos un momento y lo beso.
Después de mucho tiempo, Emilio le regalo cada día un centenar de besos a Antonia y pronuncio sin cesar- te amo- y ella se convirtió en una loca, desordenada y desarreglada novia de Emilio.
Solo hacia falta un beso...
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